Mezonte te informa de qué manera cada botella contribuye a generar un menor impacto en el entorno mezcalero y sus comunidades.
Todos sabemos que las marcas, en estos días, se dicen justas con los productores con los que trabajan. Desde el productor hasta el consumidor, es difícil saber qué tan cierto es esto y a dónde va a parar el dinero que se cobra por una botella, sobre todo si ésta se exporta.
Ponemos las cartas sobre la mesa, sin culpa y sin prejuicios, para decirte a dónde va cada centavo de cada una de nuestras botellas.
1) Lo primero que hacemos es asegurarnos que el productor reciba lo necesario para cubrir sus costos de producción y tener una ganancia. A partir de ahí, el precio se eleva al consumidor y no al revés como es el formato de mercado tradicional.
Normalmente esto provocaría un precio final muy alto. Sin embargo, bajo un esquema donde la codicia no es un valor prioritario para nadie en la cadena, se puede hacer algo más. Si todos tenemos un ingreso mínimo para trabajar y vivir con dignidad y honestidad, esto puede funcionar.
2) A continuación, desglosamos cómo y cuánto se paga a algunos productores y puedes saber que un porcentaje de lo que pagas por botella se destina no sólo al valor del producto sino a un fondo de inversión en los procesos bioculturales de los productores.
Este dinero puede usarse para cualquier cosa: desde comprar una bomba de agua hasta regenerar la tierra donde crecen los agaves, todo de acuerdo con las necesidades de cada productor.
3) Nuestra botella se vende en torno a los $50 dólares en México, de los cuales al menos el 50% se destina al productor. Esto puede sonar lógico pero desafortunadamente este no es siempre el caso.
Muchas veces el precio de las botellas no representa en proporción qué cantidad de dinero llegará al productor, ya que la mayoría de las veces son explotados y se les paga muy poco por su arduo trabajo y su saber hacer. Este precio base nos ayuda a asegurar que estos mezcaleros se encuentren entre los mejor pagados del país.
4) Luego se pagan los costos de transporte, muestras de laboratorio, embotellado, etiquetado, salarios de las personas, embalaje, llevar al punto de recolección para la exportación.
Además, se pagan otras tarifas como procesos de exportación, importación, impuestos por estado, distribución para llegar a un bar o restaurante y finalmente a un consumidor en Estados Unidos.
Cuando cada uno de nosotros hace su parte, puede tener acceso a increíbles mezcales tradicionales que de otro modo serían casi imposibles de obtener. Al mismo tiempo se contribuye a una vida decente para las familias mezcaleras.
Juntos, podemos preservar esta tradición y, por lo tanto, continuar disfrutando de estos destilados durante mucho tiempo.
Esperamos que nuestra lógica resuene contigo y puedas ser parte de este círculo virtuoso que queremos generar con mayor fuerza.
¡Salud!