Me pregunto por el nacimiento del mezcal. Porque el mezcal que me interesa nace en lugar de ser producido: dar a luz un mezcal. Lo que escasea desde hace tiempo son las parteras preparadas para recibir la alegría de la casa. Un niño-mezcal o una niña-mezcal. O mejor dejamos a su elección el género. Lo importante es distinguir nacimiento de producción. Porque de igual manera, se expiden actas de nacimiento y de defunción a los ciudadanos así como emiten una fecha de caducidad a los productos.
¿Qué es nacer?¿Qué es haber sido producido? Para cierta mentalidad la distinción es sencilla, apelan a la naturaleza y su catálogo de seres: unos trepan, otros reptan, aquellos nadan, por allá vuelan. Son así sin la intervención humana. Esos nacen. Por el contrario, lo producido adquiere sus atributos de una intención. Si el hacha corta no es debido a su naturaleza sino a su uso. Decimos que todo producto es objeto —se hace algo de él, con él— sin la posibilidad de afectar su naturaleza (porque no la tiene).
¿Todo producto fue hecho por el hombre? La carne de la industria alimenticia es un ejemplo de que no siempre es así. Los animales nacen y mueren siendo producto. A pesar de que a todos los seres vivos les antecede el nacimiento naturalmente, nada les asegura morir de la misma manera. Una cadena industrial ensambla la vida y hace el corte cuando es preciso entregar un producto. Muertos artificialmente valen el precio de su vida.
Sigamos el rastro. Uno puede decir que los seres que nacen poseen la dignidad de su naturaleza; mientras que los productos están vacíos de esta dignidad. Son lo que son por una plaga de intenciones. Así los primeros sobreviven a los segundos porque en su dignidad, la vida (digamos su naturaleza) vela por ellos. Hasta ahora, nadie ha visto aparearse a las cucharas o al menos afirmar conocer su estirpe.
Dos proposiciones al respecto:
Pero, ¿es posible morir con dignidad a pesar de ser producto?
Pienso que sí. ¿Quién podría definir la intención que hay detrás de un mezcal? Si alguien es capaz de definirlo le ha quitado su dignidad. Una ofensa que evitaría sin dudarlo. Entonces, ¿cuál es la dignidad del mezcal? Su naturaleza podríamos decir. Es un líquido vivo, volátil, etílico. ¿Y cómo ha de morir con dignidad? Me aventuro a imaginar que ocurre en el trago que hace volar las intenciones humanas, en el sorbo líquido que inmediatamente después se convierte en “bebida espirituosa”. Es un caso excepcional: lo producido se transforma en espíritu y muere en nuestra boca.
“Que mis labios den nacimiento al mezcal que fue producido”
Para algo producido, morir con dignidad es revertir su naturaleza. Ya lo vimos: en sentido opuesto al matadero industrial que produce la carne, el inanimado mezcal morirá de buena manera. Y por tanto, podemos decir que habrá nacido (porque solo muere lo vivo). Un hecho extraordinario. Por eso afirmo que el nacimiento de un mezcal es una tarea, un destino forjado como el acto de una partera.