Fotografía cortesía de Sósima Olivera
Sósima Olivera Aguilar, es maestra mezcalera y fundadora de la cooperativa FaneKantsini en la región chontal de Oaxaca. En esta ocasión nos comparte el origen de la idea de hacer una cooperativa, el equilibrio como factor clave para comprender el bien común de un pueblo y la desenfadada actitud que preserva ante el poder del dinero.
—¿Por qué hacer una cooperativa en lugar de tu propia marca de mezcal?
El sueño es que todos juntos hiciéramos muchas cosas, propusiéramos cómo sembrar, cómo trabajar nuestro maguey, de trabajar unidos. Yo sentí que era necesario hacer fuerza entre todos o por lo menos, sentirnos apoyados para primero decir lo que pensamos. Sobre todo, qué nos significa el mezcal. Con este sueño empecé a hacer el proyecto en su primera etapa, después con las intervenciones de las compañeras y compañeros iniciamos la cooperativa hace más de 10 años. Además, yo siempre dije que hacer las cosas en grupo era más fácil. Es más fácil que piensen 3 cabezas, 4 cabezas, 5 cabezas, que 1 cabeza. Así inició el sueño: trabajar para construir una marca de mezcal, pero con varios puntos de vista.
En el transcurso de los años se ha ido modificando el proyecto. Ha tomado experiencia. Algunas personas se han ido porque sienten que no encajan en la misma visión, en estas ganas de hacer las cosas desde un bien común.
El objetivo de la cooperativa era ¿cómo hacemos del mezcal un bien común? Porque no es de una familia, no es de una persona. Es de un pueblo. Siempre la insistencia era hablar de ese bien común. El mezcal como tal es un bien común de un pueblo porque lo podemos tomar, lo podemos compartir, lo destilamos en comunidad. Pero la clave es el equilibrio. Si no es así, no es un bien común. Tiene que haber un equilibrio entre la leña que usas, la tierra, el agua. Así como no podemos usar pesticidas, insecticidas, abonos industriales.
Y claro, la gente te dice otras cosas, como “la onda es hacer negocio”. Otros “si no vendemos 5 mil litros al mes pues eso no es negocio”. Así es este sueño guajiro de que el progreso es vender, hacer carreteras, tener su carro, su casa, o sea, todo lo que en los pueblos se nos ha venido diciendo que es el progreso. Lo que menos se entiende es si hay un equilibrio o no. Y no solo en las ciudades también en los pueblos muchos piensan así. Pero bueno, no puede haber ese crecimiento si no hay equilibrio. Por ejemplo, ¿cuántas plantas?, ¿cuántos árboles vamos a sembrar este año? “No pues, la cosa es vender” me dicen. Y les digo que así no. En este nuestro sueño, hemos invertido mucho tiempo intentando convencer a los compañeros de que no se trata solo de eso. Que exportar 10 mil litros o hacer al mes 60 toneladas no es el objetivo. Hoy por hoy hacemos 12 toneladas anuales.
Consideramos que más o menos con esta cifra podemos equilibrar el uso de agua, la leña, el maguey, la tierra. Ese es pues el objetivo de la cooperativa.
Ahora con la moda del mezcal hay empresas que afirman hacer a la semana 60 toneladas de maguey. Y decirse “sustentables”. Se burlan de nosotros. No puede ser. De mi parte, puedo decir que intentamos, intentamos propiciar cierto equilibrio. Un equilibrio que reconocí desde pequeña. Ya que nos tocó nacer con este maguey. Dormimos en el palenque. En el palenque crecimos, vivimos. Creo pues, que vemos el mezcal desde otra perspectiva. Hoy en día muchas personas me critican, me dicen cosas como “Yo estoy exportando a Japón, a Europa, a Estados Unidos. Y me ha ido bien. ¡Cómo es posible que sigas igual que cuando te conocí hace más de 8 años!” Me da risa. Yo les digo que todo es relativo. En realidad, no voy a explicar algo que no van a entender. Creo que se trata de mirar desde otra perspectiva el tema del mezcal.