Festival del Corredor Biológico Sierra de Manantlán-Nevado de Colima
El camino al reconocimiento de los productores de mezcal
El 10 y 11 de noviembre de 2023 se realizó el Primer Festival del Corredor Biológico Sierra de Manantlán-Nevado de Colima donde se emitió la declaratoria sobre el proyecto de conservación y restauración biológica y cultural del Corredor, uno de los principales centros de origen y domesticación de especies en el occidente de México.
La declaratoria es resultado de la alianza entre organismos de la sociedad civil, comunidades académicas y actores locales con el propósito de revertir los procesos de degradación ambiental derivado del cambio de uso de suelo para la explotación agrícola.
En entrevista con Carlos Lucio, doctor en sociología, nos cuenta acerca de la declaratoria y los antecedentes que han llevado a su publicación.
¿Qué es el Festival del Corredor Biológico Sierra de Manantlán-Nevado de Colima?
Este Festival es en realidad un proyecto de largo aliento. La idea es que a partir de estrategias de restauración ecosistémica fortalecer el Corredor Biológico entre el Nevado de Colima y la Sierra de Manantlán, en el estado de Jalisco. Desde 2017 se diseñó un proyecto piloto para restaurar áreas forestales en la región. A través de un monitoreo identificaron la conectividad biológica de estos sitios al observar cómo los animales se desplazan de un lado a otro. En ese sentido, valía la pena pensar en una estrategia de restauración de esta zona súper impactada por cultivos de aguacate, de agave tequilana y otros monocultivos.
La declaratoria es una carta de intención. Yo he tratado de enfatizar que esta perspectiva es intersectorial y multifactorial a distintas escalas, liderada por sociedad civil en alianza con investigadores de varias universidades que animan nuevos modelos de conservación. Sobre todo en esta área hay que restaurar y revertir procesos de degradación ambiental ya que el paisaje está completamente modificado en términos de territorio; para no hablar de cambio climático, que es una puerta gigantesca y muy complicada.
¿Cómo surgió esta iniciativa?
En primer término, la Iniciativa de Restauración Ecosistémica Forestal (FORI por sus siglas en inglés) desarrolló cinco puntos para una estrategia de restauración. Lo consideraron en dos vertientes; una ecológica y otra productiva. Por ejemplo, los modelos de negocio y las cadenas de valor. En el caso de destilados de agave, las denominaciones de origen como modelo de negocio son una puerta hacia el infierno. Quiero decir que a pesar de que hay productores de mezcal que se encuentran fuera de alguna denominación, las afectaciones, por ejemplo de la producción de tequila, son muy agresivas para la región. Por otra parte, las cadenas de valor, ¿cuáles son relevantes en materia de conservación? Todas las que tienen que ver con el manejo de los sistemas agroforestales de la región. Hay dos por excelencia, el café bajo sombra y los destilados de agave o mezcales. De estas dos, el agave es una práctica de origen mesoamericano donde se intercala el maíz bajo el sistema milpa con otros productos: calabaza, chile, frijol, entre otros.
En nuestro caso conviene restaurar a distintos niveles estas estrategias de maíz intercalado con agave, sobre todo en sistemas de policultivo y en cultivos de rotación. Tanto el sistema milpa como el café bajo sombra pueden revertir los procesos de intensificación que tienden al monocultivo, debido a que pueden enriquecer la vegetación nativa, restaurar lo que ahora se comporta como islas de vegetación. Hoy en día es un paisaje completamente fragmentado y estas islas, si se enriquecen, eventualmente pueden favorecer la conectividad biológica en una escala más grande.
Por otro lado, el antecedente de todo esto es el programa de La Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) llamado Sistemas Productivos Sostenibles y Biodiversidad, que generó un distintivo relacionado con prácticas amigables con la biodiversidad. Ellos crearon una matriz de datos donde identificaron los requisitos de la práctica [productiva], las características y los atributos de la práctica, y los beneficios a la biodiversidad para el café, cacao, miel, entre otros productos.
“El café bajo sombra, que es un sistema rústico de montaña, existe en el corredor del Borbollón y subiendo, digamos, de San José del Carmen por el Tecuán hasta el Borbollón, es una zona fantástica que vale muchísimo la pena conservar. Y acá, en las partes bajas cercanas hacia el río Armería, conviene restaurar a distintos niveles estas estrategias de maíz intercalado con agave, sobre todo en sistemas de policultivo y en cultivos de rotación. Un poco pensando en la agricultura regenerativa.”
A partir de un ejercicio análogo al modelo de la Conabio el mezcal puede ser merecedor del sello, para ello es necesario una estrategia que incluya las cadenas de valor relevantes en el Corredor, que son las que tienen un componente agroforestal, que incluyen procesos metabólicos, manejo, uso y conservación de la biodiversidad, modelos de negocio y estrategias de comercialización. Todo esto debe reconocerse. Esa es la función del distintivo. Para esto es necesario hacer más investigación, generar conocimiento, divulgar y sensibilizar sobre la importancia de los paisajes paleontológicos.
Además, ―y más importante― el sello debe reconocer las prácticas de manejo a los productores. De hecho, el distintivo va dirigido a manejadores de agave que restauran el ecosistema y por ende, el paisaje. Lo que nos interesa es reconocer la labor de los manejadores que conservan el territorio más que el producto.
En principio el distintivo solo fue para café bajo sombra en la zona del Borbollón. Pero en el caso del destilado de agave tenemos distintos grados de avance que estamos reconociendo. Por ejemplo, la familia Partida hacen el manejo de residuos impecable porque todo el bagazo lo descomponen con lombricomposta lo hacen humus y los lixiviados lo convierten en biofertilizantes que aplican como nutrición tanto en el vivero como en la parcela. También reconocemos a los productores Tomás Virgen y Santos Juárez porque se han comprometido con los diez componentes de la metodología de verificación. A futuro estás serán las prácticas mínimas para ser candidato al sello. En esos términos, el sello va dirigido para manejadores porque lo que interesa es restaurar.
En 2019 comenzamos con talleres para identificar la riqueza del manejo agroforestal, así como identificar los microorganismos relevantes para la fermentación del mosto de agave. Desde la semilla al cultivo, los procesos de manejo de residuos, de control de plagas, de enfermedades, manejo de suelo y agua, hasta distintas formas del manejo de los recursos de uso común, todo esto habrá que identificarlos para sustentar la obtención del sello. Considero que este proceso puede llevar dos años más debido a que hay que coordinar talleres con expertos y productores locales. Eso significa verificar el manejo en parcelas, el proceso de destilación, el tratamiento de residuos de la mano de conocimiento científico, además de la participación de los productores.
La investigación genera cierta metodología que les permitirá a los productores autorregular y custodiar sus mejores prácticas. En el fondo se trata de generar información, garantizando su acceso universal en estricto diálogo con los productores quienes al ser capacitados puedan verificar los criterios creados en consenso con un grupo de expertos. De esta manera el sello se dará a través de una verificación en pares con el fin de eliminar conflictos de intereses entre instancias reguladoras y productores de todo tipo.
¿Cuál es la importancia de llevar a cabo esta investigación y posterior reconocimiento?
Aquí lo importante es que el modelo, la estrategia general del Corredor, pueda ser replicable en otras áreas, en otros corredores biológicos. Esperamos que en otros estados una iniciativa como esta tenga relevancia, despierte interés y pueda ser aplicada. El estado mexicano es una entidad muy débil y que poco le interesa los problemas medioambientales. En mi opinión, es el problema más importante en un contexto de una segunda fase de cambio climático, que en la cercanía, será infinitamente más agresiva. Esfuerzos como el que llevamos a cabo lo que ayudarán es a reducir la vulnerabilidad frente al cambio climático.
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Una nota al pie de página: México tiene alrededor de 20 millones de hectáreas de frontera agrícola y 47% son suelos de ladera delgados y degradados. Al hacer agricultura tipo monocultivo para alfombrar medio país con agaves en un contexto de intensificación productiva de acuerdo a las demandas del mercado internacional, literalmente estamos cavando nuestra propia tumba. Lo más apremiante es regenerar las cuencas hidrológicas reforestándolas. Además de tratar de eliminar el monocultivo. A largo plazo el objetivo es extender este modelo con el fin de restaurar los ecosistemas teniendo en cuenta prácticas productivas que no contribuyan al aumento del ya vulnerable contexto de cambio climático en que vivimos.